El capitalismo tiene legiones de apologistas. Muchos lo hacen de buena fe, producto de su ignorancia y por el hecho de que, como decía Marx, el sistema es opaco y su naturaleza explotadora y predatoria no es evidente ante los ojos de mujeres y hombres. Otros lo defienden porque son sus grandes beneficiarios y amasan enormes fortunas gracias a sus injusticias e inequidades.
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