Nuestros estudiantes nos están pariendo como país. Con su generosidad que no ha hecho cálculos individuales sobre lo que pierden o lo que arriesgan, nos han obligado a mirar por encima de nuestros agobios y derrotas, por encima de nuestras agendas abarrotadas o tristes y enfrentar el desolado estado en el que un buen día nos encontraron.
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