Una gran responsabilidad política y moral recae en el movimiento estudiantil, que hoy marcha a la cabeza de la protesta social. Corresponde a los estudiantes -universitarios, secundarios y alumnos de liceos técnicos, muchos de ellos casi niños-, dar un decisivo impulso a la democratización del país. Se trata del deber patriótico y republicano -que los partidos de la Concertación traicionaron-.
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