Los ambientalistas, muchos de ellos no todos, cometieron el error de ideologizar el asunto y pasarlo a la categoría de una religión dogmática, fanática, intolerante, con lo que generaron la incomprensión de la gente, lo contrario a lo que buscaban. Pero tuvieron gran parte de la razón. Los movimientos ecologistas hace ya unos años tuvieron la virtud de dar la señal de alarma. La macana es que nadie les hizo caso. Hoy ya no es hora de dar la alarma, ya estamos metidos hasta el cuello dentro de la cagada, lo que ellos decían que iba a pasar, pasó. No se pudo detener a tiempo el desastre, y vamos en una carrera alocada en esa misma dirección.
Una Revolución es ante todo, un cambio de las relaciones entre los humanos, y de estos con la Naturaleza.
Nos cuesta mucho decir lo que la gente no quiere oír
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