Por desgracia, no todos consideran evidente el hecho de que la mayoría de los latinoamericanos - no sólo de nuestra generación, sino de la próxima, e incluso la siguiente - no puede costearse ninguna clase de automóvil, ni de hospitalización, y ni siquiera de escuela primaria; preferimos no ser conscientes de esa realidad, tan obvia, porque detestamos reconocer que nuestra imaginación ha sido arrinconada.
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