El diálogo que se dará entre los indígenas y el Presidente debe ser visto por ambos actores como una oportunidad para dar paso a una verdadera participación y de hecho para “radicalizar” el proceso. Un reconocimiento muto de virtudes y fortalezas sería un paso inicial importante que le daría a cada uno mayor peso en la interlocución a la hora de tratar los temas más candentes

 
 
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