La imagen de Zelaya saludando a su pueblo desde el balcón de la embajada de Brasil es tan imborrable como los unánimes aplausos que cosechó Lula en la Asamblea General de la ONU. Detrás de la demanda de reposición inmediata del presidente hondureño se alinearon la Unión Europea, los gobiernos más tibios de la región y hasta la Casa Blanca. Independientemente de cómo se resuelva la crisis hondureña, Lula y el canciller Celso Amorim saldrán fortalecidos y con ellos el papel de potencia de Brasil.

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