Evidente provocación la fotogénica y sangrienta agresión a 12 asalariados del diario “Ultimas Noticias” y la Cadena Capriles, cuando distribuían volantes y portaban franelas que no habían escrito ni pintado, con consignas contra la Ley de Educación que no habían leído.
Las imágenes recordaron las de opositores panameños bañados en sangre por los garrotazos de los supuestos “oficialistas” partidarios de Noriega, que con el tiempo se supo eran infiltrados pagos por la inteligencia militar estadounidense que preparaba el ambiente mediático para bombardear e invadir Panamá y restaurar la democracia con un nuevo presidente juramentado en la Embajada de los Estados Unidos.
Poco importa que los heridos en tan escuálidas y reaccionarias diligencias fueran periodistas, agentes de seguros, comerciantes de dulces criollos, traficantes de crack o académicos de la lengua: lo que hacían cunado fueron malamente agredidos nada tiene que ver con la profesión pues no estaban ejerciendo el periodismo sino, en el mejor de los casos, el papel de carne de cañón y el ridículo. Pero la matriz mediática fue “12 periodistas víctimas de brutal agresión”, “el régimen totalitario de Chávez no tolera la libertad de expresión”, etc.
EMINENCIA CONSAGRADA
Conocí a Eleazar Díaz Rangel cuando viajamos invitados a un congreso internacional de periodistas en Buenos Aires y debo decir que, apartando su profesoral profesionalismo, me pareció tibio y prudente como si viniera de Costa Rica y no de la Venezuela en revolución. Pero ese es su estilo, y lo ha transmitido a generaciones de alumnos, algunos excelentes periodistas como Vanessa Davies que nos hace morder las alfombras cuando pregunta a sus entrevistados cosas como ¿Entonces usted considera que lo sucedido el 11 de Abril fue un golpe de Estado?
El triste papel que jugó Díaz Rangel en el incidente nos lo mostró cuando abandonando su objetividad y equilibrio para apoyar la línea política, no sólo editorial, de sus patrones. Se fue de bruces acusando al voleo y sin considerar implicaciones, no tomó distancia y no midió el efecto, ¿o sí? En “Ultimas Noticias” el jefe es él "pero quien manda es la mujer", a saber la periodista Luzmely Reyes (graduada UCV, 1992; especializada UCAB, 1997; diplomada en la Javierana de Bogotá 2000; en la George Washington, 2001; becaria de la Fundación Konrad Adenauer. asesora de campaña de Salas Römer, Proyecto Venezuela, de Primero Justicia, etc.).
BONITOS PERIODISTAS
El diario “Últimas Noticias” (de quien alguien bromeó que era escuálido sábado y domingo y chavista el resto de la semana) ha perdido, con el tratamiento de este incidente, las últimas pretensiones de diferenciarse de la basura impresa en Venezuela. Además, viendo la pobre actuación política de sus periodistas, no perdemos nada al dejar de leerlo. Pero aún queda algo por salvar en tan triste encrucijada y es el mismísimo Díaz Rangel, su dignidad profesional y su prestigio académico.
Díaz Rangel se ha ganado respeto por su decorosa vida profesional y también, para este caso, el beneficio de la duda sobre si es víctima ingenua del engaño y la provocación. Pero a su edad y en el cargo que tiene, no le sale dejarse engañar.
¿QUÉ PAPEL CUMPLE DÍAZ RANGEL?
Es inaceptable que cuando más necesitamos información veraz y oportuna, como en el tema de la Ley Orgánica de Educación, los periodistas de ese diario, que nos la deben dar, salgan a la calle a exhibir el más facho analfabetismo político, formando parte conciente o no de una clásica provocación mediática. Dijeron de un triste personaje que “como era su jefe debía seguirlos”, y en verdad no son los idiotas que andando con los inteligentes se vuelven más inteligentes sino lo contrario.
A Díaz Rangel la derecha lo arrinconó, como nunca lo hizo la revolución, hasta una posición insostenible para su dignidad. Debe imitar al diario: volverse visiblemente lo que esencialmente es. A sus alumnos y lectores nos debe la actitud y el gesto que toda una vida y una carrera nos autoriza a esperar.
Eduardo Rothee
rotheeduardo@hotmail.com
Tomado de www.aporrea.org 19-Ago-09
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