Una Revolución es ante todo, un cambio de las relaciones entre los humanos, y de estos con la Naturaleza.



La paradoja automotriz


La especulación, la desinformación, el abuso permanente, el acaparamiento de concesionarios inescrupulosos y ciertos privilegios de algunos sectores, caracterizan al mercado primario y secundario de los automóviles en el país. Los precios de la oferta triplican las referencias de otros países del continente.

El diputado a la Asamblea Nacional Elvis Amoroso desde hace más de dos años ha tomado el tema en sus manos y ha procesado denuncias de ciudadanos que se sienten timados por los concesionarios y vendedores del ramo. A pesar de los precios las ventas han sido extraordinarias, miles de compradores adquieren los vehículos a precios obscenos con resignación. El congestionamiento de las ciudades y las principales vías interurbanas es cada día mayor.

Recientemente el Presidente Chávez instruyó al Ministro de Comercio y Presidente del Indepabis Eduardo Samán para que tomara en sus manos el problema y atacara la evidente especulación en el sector. El Ministro, con la eficiencia que lo caracteriza, ha iniciado una campaña para adecentar ese mercado. Por la otra parte las ensambladoras y los concesionarios se quejan de la lentitud para obtener las divisas necesarias para importar tanto unidades completas, kits de ensamblaje o repuestos, además de las demoras en los puertos para nacionalizar la mercancía. En privado, le dicen a sus clientes y relacionados que están adquiriendo los dólares en el “mercado permuta”, eufemismo utilizado para nombrar el mercado negro ilegal de divisas. Estos obstáculos arguyen: “incrementan los costos”. Por su parte, las compañías aseguradoras se benefician por los altos precios de los vehículos que amparan con sus pólizas. Los bancos y las financiadoras también.

El gobierno no puede permitir que un sector se enriquezca a través del abuso y la especulación. Se habla de legislar sobre el asunto, establecer precios de referencia y otras medidas para corregir esta anarquía. Algo hay que hacer para normalizar este sector.

¿Se imagina el lector si los precios de los automóviles bajan a su nivel referencial que es más o menos un tercio del actual? Las trancas y congestionamiento en las principales ciudades serían de terror, las familias de “la clase media acomodada” caracterizada por su consumismo enfermizo comprarían carros hasta para el perro.
Dirá entonces usted amigo lector: “si no me agarra el chingo, me agarra el sin nariz”.
He aquí la paradoja, si resolvemos el problema creamos otro mayor.
¿Cómo podemos superar la paradoja?
Veamos:

Al automóvil particular le llegó la decadencia. Representó en el siglo XX el símbolo del capitalismo. Después del propio dinero ha sido la mercancía más codiciada del sistema; no en vano se hicieron célebres las frases: “Cualquier cliente puede tener el coche del color que quiera siempre y cuando sea negro”, decía Henry Ford cuando las ventas del modelo Ford “T” se incrementaban asombrosamente. Parece ser que ese color secaba más rápido y aumentaba la velocidad de producción. “Lo que es bueno para la General Motors (GM) es bueno para América”, decía el eslogan de la empresa a partir de los años veinte.

El impacto cultural, urbano, económico, ambiental, en la salud pública y otros del automóvil fue y sigue siendo incalculable. Cambió la morfología arquitectónica de las ciudades, hizo posible el crecimiento periférico alrededor de las grandes urbes inutilizando en muchos casos terrenos aptos para el cultivo, aumentó las distancias entre las viviendas y los centros de trabajo y/o estudios encareciendo energéticamente hablando, la movilidad. La construcción de carreteras, autopistas, puentes, viaductos, túneles, estacionamientos modificaron el paisaje urbano y rural, los accidentes automovilísticos están en los primeros lugares de los índices de mortalidad y morbilidad, aumentando el número de personas con discapacidad, aumentan los delitos asociados al automóvil, hurto, robo, talleres clandestinos especializados en “picar” carros y venderlos como repuesto en chiveras, asaltos a mano armada para el despojo del vehículo a su conductor ocasionando a veces la pérdida de la vida del mismo.

El automóvil es, sin duda, lo más representativo del sistema capitalista en tanto privilegia lo individual sobre lo colectivo, el obsceno despilfarro energético, el incremento de la contaminación atmosférica, la emisión de gases de efecto de invernadero como el monóxido y dióxido de carbono contribuyen al calentamiento global lo cual amenaza a nuestra civilización.

Estamos llegando a la cifra 1.000 millones de automóviles en el mundo, lo que demuestra la barbaridad del sistema capitalista. El promedio de ocupación por vehículo es de 1,2 persona, eso es más o menos 100 Kilogramos. Si relacionamos esa cifra con la potencia de un carro pequeño de 100HP (caballo de potencia), significa que invertimos un HP por kilogramo. En contraposición, un ferrocarril emplea 100 HP para transportar 40 personas. A su vez, cada vehículo consume entre 50 y 100 litros de aire por segundo en la combustión interna de su motor.

Para salir de la paradoja, el Gobierno Revolucionario Bolivariano tiene que acelerar los planes para dotar a las ciudades de sistemas intermodales de transporte público masivo eléctrico y superficial. Esto está expresado en el Proyecto Nacional “Simón Bolívar”, Primer Plan Socialista de la Nación 2007-2013: “Promover la ciudad compacta, concentrada, articulada y autosustentable basada en un patrón de alta densidad y baja altura, diseñada a partir de espacios públicos generadores de ciudadanía con accesibilidad para todos donde la estructura urbana se base en sistemas de transporte público masivo electrificados”

Los sistemas de transporte público masivos subterráneo (Metro) son una consecuencia de la congestión vehicular superficial.
No se puede continuar con la anarquía, incomodidad y riesgo que ocasionan las busetas. Ese servicio está en contra de toda lógica de transporte urbano. Las unidades deben ser de gran capacidad, de propiedad pública con paradas fijas, de buenas prestaciones. Lo han hecho sociedades capitalistas, por ejemplo Curitiba en Brasil. Con más razón una sociedad que avanza hacia el socialismo tiene que hacerlo prioritariamente. Se necesita voluntad política, enfrentar los chantajes de ciertos sectores involucrados. Es el bienestar colectivo lo que está en juego.

Creemos que se debe reorientar el programa de gas natural vehicular (GNV). Un buen porcentaje de los vehículos al servicio del sector público debe usar el gas natural como correctamente se ha establecido. El servicio privado de taxis debe ser convertido a gas.
Los equipos de conversión que Pdvsa Gas Vehicular (GNV) suministra gratuitamente, por muy avanzados tecnológicamente que sean, son una adaptación de un motor diseñado para usar gasolina. La tecnología adecuada es la de “motores dedicados”, especialmente diseñados para el uso exclusivo del gas natural que aplicados a unidades de gran capacidad de pasajeros podrán ir sustituyendo al pésimo, riesgoso y anárquico servicio de busetas. En la medida que mejore el servicio de transporte público más personas lo usarán para su movilidad rutinaria dejando sus vehículos en casa lo cual disminuirá el consumo de la gasolina subsidiada, liberándola para la venta internacional y reduciendo la contaminación ambiental que son los propósitos de la política del Gobierno Nacional para ese sector.
El programa de gas vehicular debe estar orientado prioritariamente al servicio público y masivo más que al vehículo individual.

De todas maneras, el problema no es sólo el tipo de combustible que use el vehículo. Pudiera usar agua si eso fuese posible. El problema es el vehículo individual mismo, es la cultura que representa, es el desprecio a las soluciones colectivas de lo que se trata, es el camino al infierno al cual nos lleva el capitalismo. En los Estados Unidos se está disponiendo de la mitad de la producción de maíz para destilar etanol para usarlo como combustible para sus 220 millones de coches que poseen, incrementando como consecuencia el hambre en el mundo. Brasil ha dispuesto más de 80 millones de hectáreas para la siembra de caña de azúcar para obtener etanol en esa competencia diabólica que tiene con los Estados Unidos, disputándose el primer lugar en la producción de ese carburante. Diferentes oleaginosas vitales para la alimentación humana directa o indirectamente como la soya, la colza, la palma aceitera y otras se están utilizando para la producción de biodiesel como sustituto del gasoil

Para resolver el problema debemos abandonar la lógica del capital. Pensemos desde lo colectivo en tranvías, trolebuses, trenes de cercanías, autobuses con motores dedicados a gas, ciclovías, hidrovías, paseos peatonales, caminerías… Usemos esos desarrollos tecnológicos del capitalismo y pongámoslos al servicio del colectivo, de la mayoría del pueblo, para que en lo cotidiano se use estos sistemas, y así el uso del vehículo individual sea marginal hasta su extinción.

Vemos con emoción como el Sistema Ferroviario Nacional avanza, esperamos también que se den pasos acelerados para conformar una gran empresa nacional de navegación que asuma en su totalidad las operaciones de cabotaje y se apruebe una ley de reserva de carga para las operaciones internacionales.

Como transición proponemos:
• Agilizar los trámites para la obtención de las divisas necesarias para el sector automotriz.
• Solucionar definitivamente las operaciones portuarias ahora que han sido pasadas al Gobierno Nacional.
• Eliminar las mafias que se favorecen con la demora en los trámites de nacionalización de las mercancías. Como reza un mural recientemente pintado por el “Comité por el Socialismo Manoalzá” en el muro del puerto de Puerto Cabello: “En la demora está el negocio”
• Establecer un impuesto diferencial de acuerdo al número de cilindros y/o potencia nominal del vehículo, por ejemplo:
o Hasta 4 cilindros y/o 100 HP o menos, 20% de impuesto ad-valoren.
o Más de 4 cilindros y máximo de 6 cilindros y/o más de 100 HP y máximo de 200HP, 100% de impuesto ad-valoren.
o Más de 6 cilindros y/o más 200 HP 150% de impuesto ad-valoren.
Esta recaudación sería destinada a fortalecer el transporte público.

Habría que establecer técnicamente los rangos y los montos a pechar, pero lo importante es el espíritu de la propuesta.

Patria, Socialismo o muerte
¡¡¡ Venceremos!!!


F. David Arráez Y.

gasoductodelsur@hotmail.com

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