El reciente descubrimiento de varios yacimientos de petróleo y gas, cuyas proporciones más que importantes son verdaderamente enormes, situados en una zona del Mediterráneo que había permanecido poco explorada (entre Grecia, Turquía, Chipre, Israel, Siria y el Líbano), indica que la región puede llegar a convertirse en un «nuevo Golfo Pérsico». Como ya sucedió con el «otro» Golfo Pérsico, el descubrimiento de dichas riquezas puede convertirse en una verdadera maldición geopolítica para la región.
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